martes, noviembre 30, 2004

EL HOMBRE FELIZ

Hombre feliz que corres por las verdes praderas y contagias a los pobres humanos con tu felicidad, así te auto identificas y tratas de diferenciarte de los demás.

A tus oídos cansados de esforzarse por intentar oír en medio del bullicio y los obstáculos, llegó un sonido que había tratado de ser evadido, oh! dios, tanto esfuerzo auditivo y llega a dicho sentido lo que no quería ser oído.

El hombre feliz, ese que corre por las praderas, a pesar de estar escuchando lo que no quería ser oído y muchas veces había sido evadido, de manera muy medida decidió escucharlo dejando a un lado aquellos gestos que generalmente se asoman en su rostro, en su ventana.

Entonces el hombre feliz que había accedido a escuchar pasivamente, dejó que de su boca salieran palabras de negación, sino pudo evadir oír lo que no quería oír, pues entonces asumió evadir el futuro, lo que le proponía lo que no quería oír

Pero como todo hombre, omitiendo como por naturaleza ese adjetivo falseo de feliz, comienza a manifestarse una de las característica intrínseca de lo humano: le entro la duda, la pregunta rondo su mente como un pájaro que socava el horizonte

El hombre feliz entonces comienza a sentir las características de la humanidad, se auto reafirma como humano, como hombre, pero así mismo como hombre busca un “hogar” su “hogar”, como una manera de sobrevivir, algo así como si su libertad se tradujera a la palabra seguridad....
Después de aquel estado, asumió nuevamente su adjetivo de feliz y decidió.... decidió que no tenia paranoia, decidió quedar en paz y darse sentimientos de auto seguridad.

Entonces conciente de su humanidad, decide seguir corriendo por las praderas a la espera de un futuro que desde el presente no quiere planear y si lo hace no tiene seguridad de que así se dará, porque como de igual forma en un presente que ahora es pasado intentaba decidir evadir su futuro para no oír lo que no quería oír, hecho que se dio por más que lo evadió, se da cuenta que algunas cosas del futuro son inciertas...el destino, el destino esa es la nueva palabra del vocabulario de su existencia.

miércoles, noviembre 17, 2004

EL SOCORRO: ENTRE MAICENA, AGUA Y BUSCAPIÉS.

“¡Quién lo creyera! Que fiestas estas tan aguadas, y yo que tenía mi pinta preparada y el bus contratado para ir al bando con los vecinos!”. Ésta fue la expresión que lanzó Doña Esther cabrera, una de las habitantes del barrio El Socorro (plan 282, manzana 51).
Su expresión era muy acertada dentro del contexto en que fue lanzada, ya que la rodeaba una esfera húmeda, gris y silenciosa provocada por los torrenciales aguaceros que azotaban a Cartagena.

Éste era el ambiente que envolvía a la ciudad desde el lunes 8 de noviembre pasada las diez de la noche, hasta toda la mañana del miércoles 10 del mismo mes; día en que la gente de esta comunidad, así como la señora Esther, habían esperado la batalla de flores, la cual fue cancelada junto con los demás actos públicos programados para las fiestas de independencia debido a la emergencia social que dejó las 72 horas de lluvia, con un saldo aproximado de 10.000 damnificados provenientes de barrios como: San Francisco, Policarpa, Villa Rosita, San Pedro, Nueva Granada y El Pozón.

Se mostraba la otra cara de Cartagena; parece que el agua caída del cielo había servido para tumbar la cortina que separa la pequeña ciudad amurallada, llena de lujos, calles limpias y radiantes, costosos cafés y tiendas de ropa; de aquella gran ciudad donde la pobreza se mueve entre los caminos llenos de lodo y basuras. pobreza que se acrecentó con la lluvia.
En televisión, radio y prensa no se cubrió el tradicional bando lleno de reinas, comparsas, colorido, risas y música sino, un multitudinario “bando” donde en vez de coloridas máscaras, desfilaban los rostros, llenos de lodo y lágrimas de la gente pobre, de los desplazados y de los niños con hambre.

A pesar de todo aquello los habitantes de esta comunidad de El Socorro, que para su suerte no fueron fuertemente afectados por la lluvia, no se resignaron a que no iban a celebrar las fiestas, entonces, en la tarde de ese gris miércoles 10 de noviembre aparecieron pinceladas de colores, los pintores eran: ¡los niños!

Un pequeño bando organizado por los estudiantes de primaria de la Institución Educativa Juan José Nieto, quienes acompañados de comparsas convirtieron sencillas carretas tiradas por burros y caballos, en coloridas carrozas adornadas de globos, figuras de peces, murallas y palmeras en donde se trasladaban las pequeñas reinas representando cada una de ellas un valor distinto. La señorita respeto, la de la tolerancia, la amistad, entre otras lucieron disfraces y ejecutaron sus mejores movimientos al son de la gaita, las maracas y el tambor, atrayendo así a la gente que salía de sus casas para ver el desfile.

El jueves 11 de noviembre, pasó sin sobresaltos en esta comunidad; fue un día soleado y de cielo libre de cualquier nubarrón que diera indicios de posibles lluvias.
Así mismo fue el amanecer del día siguiente, pero en éste a diferencia del día anterior que transcurrió en “calma” , estuvo colmado de multitudinarias celebraciones.

La celebración del viernes fue nuevamente abierta por los niños, quienes desde muy temprano en la tarde empezaron su ritual de preparación para las tan conocidas “guerras de bolsitas de agua”. Reunidos en algunas casas, llenan pequeñas bolsas plásticas -utilizadas para hacer “bolis”- con agua, se pintan los rostros con azulín y se colocan varias camisetas para que las bolsitas con agua no los golpeen tan fuerte, después de todo eso inician la guerra.

Con movimientos parecidos a los de los boxeadores, se lanzan las bolsitas con agua y simultáneamente se protegen el rostro con sus brazos. Pero esto sólo era el preludio para lo que vendría más adelante.

A las siete de la noche, los principales locales de la manzana 51 en el plan 282 sacaron sus equipos de sonidos, comúnmente conocidos como cajas o picos, y como por arte de magia la gente se fue reuniendo.
La prohibición del tradicional bandito dicha localidad en respuesta a las peticiones de varios vecinos quienes planteaban que este desfile de “bandito” había pasado a convertirse en “bandidos”, no fue impedimento para que la gente se reuniera a festejar las fiestas de independencia.

En medio de la blanca humareda provocada por el sinnúmero de buscapiés quemados se ve la multitud, algunos se confunden entre el humo debido a lo blancos que están, no precisamente porque su color de piel sea ese, sino porque los cubren gruesas capas de maicena; otros debido a la escasez de dinero, reemplazan la maicena por la harina de trigo.

Toda la manzana está cercada por la multitud, los carros y buses que osan pasar son bombardeados o levantados-como se diría en lenguaje popular- con bolsitas de agua y buscapiés.

Llega más gente y con ella más sonidos de buscapiés; se movilizan buscando el mejor sitio y la mejor música para gozarse la fiesta. Vallenatos, salsa, jíbaros, reggaetón... son las diversas alternativas musicales que ofrecen los principales locales del lugar con el fin de atraer la mayor cantidad de personas y así aumentar las ventas.
Entonces el sitio se convierte en un ring de boxeo “musical” con un trasfondo de competencia económica, pero a pesar de ello los propietarios de cada uno de los locales se ven entre la multitud compartiendo los unos con los otros.

Personas llenas de azulín, otros usando ponchos y sombreros vueltiaos, algunas mujeres luciendo pavas. Uno que otro utilizan pelucas de tiras muy brillantes y variados colores así como sombreros de líneas verticales verdes y naranjas.
Las jóvenes usaban pequeñas blusas, mostrando sus abdómenes y obesidades, las que en lenguaje popular se les denomina “llantas” . De pronto, un grupo de muchachas pasaron en medio de la multitud modelando unas pequeñas faldas, mientras que uno de los presentes, observando a las chicas, expresa con manifiesta admiración: “ ¡mira esas muchachas arrestadas! * Pasar por aquí con esas falditas, buscando que algún ocioso les sopletee* un buscapié por las nalgas”.

Los niños que hacen parte del jolgorio se agolpan en medio del tumulto, riendo y observando con ojos alegres los buscapiés lanzados. Esperan que estos dejen de arder para salir corriendo a recoger lo que queda de los mismos y así, posteriormente, encenderlos en busca de una pequeña sobra de pólvora que produzca una llamarada.

La gente baila sin parar; no importa si no se tiene pareja. Aquellos que la tienen bailan al son de la champeta y mientras lo hacen una que otra mano se desliza cruzando la frontera de lo permitido y entrando en el mundo del atrevimiento. Algunas detienen el “viaje”; a otras no les produce ninguna reacción.
A las 11:30 de la noche, la música y el festejo es interrumpida. Un buen número de policías y militares llegan a el lugar y ordenan apagar todos los equipos de sonido los cuales son conficasdos y llevados a unos camiones que habían traído consigo. “¡se acabó la fiesta! Esto está prohibido” gritó enérgicamente uno de los policías y efectivamente la fiesta ¡se acabo!. Así como por arte de magia la gente se había reunido para celebrar, también como por “arte de magia” desaparecieron.

Por una de las calles, ya desoladas, pasaron dos borrachos, uno de ellos con una botella de ron “Tres Esquinas” en la mano, sus rostros y cuerpos llenos de maicena y tambaleándose de un lado a otro. Eran la representación de todo un pueblo costeño, que por una vez al año dejan por unos días el trabajo duro y pesado que realizan, para que todos juntos, a pesar de la escasez, la pobreza, y en este caso las torrenciales lluvias, celebrar y estallar en alegría al son de la música, la brisa del mar o las pobres callejuelas; y quienes parecen que gritaran, así como lo expresó Alfredo Molano en un reportaje realizado sobre la ciudad: “¡sino hay pan, por lo menos que haya circo¡”

* expresión que indica osadía, atrevimiento
* en fiestas de noviembre indica pasar el buscapié encendido por las partes del cuerpo.