viernes, octubre 20, 2006

UN GRANO DE AZÚCAR

Las gotas de lluvia golpean el techo del bus y entran por la ventana de mi silla. Decido no cerrarla y dejar que me mojen un poco. Al fin que no llevo sentado a nadie a mi lado.
Todo el día ha pasado nublado y se ha ido lentamente en intervalos de lluvias, engañosas salidas del sol y remolinos de brisa.

Yo he vagado por este día. Salté charcos, me amarré el cabello para evitar que lo enredara la brisa y me protegí de la lluvia con mi pequeño paraguas. Me enfrenté al tiempo, al clima, no quería mojarme, no quería deshacerme como si fuera un grano de azúcar. Eso lo hice todo el día, mientras estaba contigo, con ellos, con ellas, mientras estaba acompañada.

Ya no estaba contigo, con ellos, con ellas, ya no estaba contigo. Ahora estaba sola frente al mar, frente al cielo nublado y a punto mojarme con la lluvia que avecinaba con regresar, pero alcance a tomar el bus.

En este instante las gotas golpean el techo del bus y entran por la ventana de mi silla, decido no cerrarla y que me mojen un poco. Al fin que no llevo sentado a nadie a mi lado. Solo quiero que la lluvia me acaricie, que la brisa me desordene el cabello, y ser un grano de azúcar disuelto.